Mientras en oriente el Feng Shui buscaba optimizar la comunicación energética entre los seres humanos y su entorno,en occidente empezaron a surgir estudios que analizaban las radiaciones generadas por la Tierra, con el fin de entender la influencia de las fuerzas electromagnéticas sobre nuestro organismo. Así nace la Geobiologia (Geo= tierra / Bio=vida).
En la antigua Grecia encontramos los primeros tratados sobre las aguas, la tierra y los vientos, orientados a evitar las zonas geo-patógenas, con radiaciones desfavorables para nuestra salud ambiental.
En referencia a la salud ambiental nos encontramos dos tipos de radiaciones, las radiaciones naturales y aquellas creadas por el hombre, denominadas radiaciones artificiales.
Las radiaciones naturales son emanadas por la tierra, sus alteraciones pueden crear variaciones en el campo
eléctrico-magnético de la tierra. Estas variaciones pueden ser causadas por alteraciones de origen geofísico, redes
geomagnéticas y radioactividad ambiental.
Las alteraciones geofísicas abarcan las aguas subterráneas (bolsas de agua, acuíferos, cavidades o filtraciones subterráneas), las fallas geológicas (las fracturas subterráneas de las capas terrestres, producidas por el efecto de las fuerzas sísmicas y tectónicas) y las redes geomagnéticas que son líneas de fuerza y proceden de diferentes direcciones magnéticas, respondiendo a un patrón cruzado de paredes verticales invisibles que cubren toda la superficie terrestre; se clasifican según la orientación magnética y la distancia de separación entre sí. Las redes geomagnéticas más conocidas son las Líneas Hartman, Líneas Curry y Líneas Peyre. Además existen otras manifestaciones terrestres como las Chimeneas telúricas.
De las alteraciones radiactivas ambientales, una parte nos llega del Sol y el Cosmos, pero en mayor medida la recibimos de la tierra. La radioactividad de la tierra procede de las rocas y materiales del terreno, que con frecuencia contiene grandes concentraciones de gas radón, que al salir a la superficie altera la salud de la persona expuesta.
Las radiaciones artificiales son producto de los grandes avances tecnológicos en ámbitos como la informática, la comunicación, la salud, etc., que, si bien han favorecido al desarrollo de nuestra sociedad, también tienen efectos indeseados que repercuten en el ciclo natural de los seres vivos. Para estudiar estas influencias negativas surge la Biohabitabilidad, que propone crear espacios más saludables tomando conciencia de estas repercusiones y preservar la vida natural.
Las radiaciones provocadas por este avance desmesurado de las nuevas tecnologías se pueden clasificar como contaminación eléctrica y electromagnética, y pueden estar generadas por fuentes exteriores (antenas, transformadores, WIFI, etc.) o por fuentes interiores dentro de nuestra vivienda (móviles, teléfonos inalámbricos, electrodomésticos, etc.). Para detectarlas existen aparatos que miden las radiaciones electromagnéticas según el tipo de frecuencia (alta o baja).
Aunque muchos países tienen normativas para regular la colocación de fuentes exteriores como las líneas de alta tensión, antenas, líneas de tren, líneas de telefonía móvil, etc., es importante ser conscientes de que la tecnología va mucho más rápido que el proceso de regulación de las leyes. A menudo las fuentes de contaminación dentro de nuestra vivienda, son mucho mayores que las fuentes externas. El uso de materiales en la construcción altamente tóxicos, las instalaciones eléctricas sin toma de tierra, defectuosas, o con un cableado inadecuado, routers WIFI , electrodomésticos , aparatos de vigilancia, monitores de ordenadores o teléfonos inalámbricos, producen un campo magnético alto que podría alterar nuestra salud.